El mundo es un pañuelo
Los años postolímpicos llaman a las novedades, pero en Budapest predominan los ganadores en Río 2016. La sueca Sarah Sjöstrom se impuso en los 100 metros mariposa, la húngara Katinka Hosszu venció en los 200 estilos y el británico Adam Peaty volvió a arrollar en los 100 braza. La única novedad con respecto a sus éxitos en los Juegos radicó en las marcas, magníficas, pero sin récords mundiales.
Un aire democrático presidió la segunda jornada. No hubo ningún país dominante, aunque fue una tarde estupenda para los británicos. Adam Peaty conquistó los 100 braza con una autoridad apabullante. Obtuvo sobre el estadounidenses Kevin Cordes, segundo clasificado, el mayor margen en la historia de los Mundiales: 1,32 segundos. Peaty (57.47 segundos) es el único nadador que ha bajado de 58 segundos en la prueba. Dispone de las 11 mejores marcas de todos los tiempos y no aparece nadie en el horizonte capaz de desafiarle. Pocas veces se ha visto una hegemonía semejante.
Su compatriota Ben Proud, un nadador procedente de Malaysia, ganó los 50 mariposa y cerró la puerta al joven Caeleb Dressel (4º), destinado a erigirse en la próxima estrella estadounidense. Dressel disfrutará de nuevas oportunidades en los 100 libres, 100 mariposa y 50 metros libres
Proud es un sprinter tan puro que los 100 metros se le quedan largos, al menos por ahora. Aunque ha bajado en alguna ocasión de 49 segundos, no es un nadador consistente en una distancia que ha encontrado un fenómeno en los británicos. Se llama Duncan Scott y ayer logró el mejor tiempo en las semifinales de 200 metros libres.
La tarde triunfal de los británicos no impidió las victorias de Sarah Sjöstrom en los 100 mariposa. Obtuvo la segunda mejor de la historia, con una apreciable ventaja sobre la australiana Emma McKeon y la estadounidense Kelsie Worrell. A Sjöstrom le ocurre algo parecido que a Adam Peaty: no tiene rival en su especialidad.
Katinka Hosszu levantó al público de sus asientos. Hungría es una potencia de la natación desde tiempos inmemoriales. La relación de los húngaros con el agua es sagrada. Poco importa su escasa población, apenas 10 millones de habitantes, porque su producción de campeones es imparable. Hosszu es el último y brillantísimo eslabón de una saga que incluye, entre otros, a Tamas Darnyi, Cristina Egerszegi, Norbert Rosza, Jozsef Szabo, Daniel Gyurta y Laszlo Cseh. Son nombres que imponen.
La infatigable Hosszu no tuvo demasiados problemas para ganar los 200 metros estilos. Sólo encontró resistencia en la japonesa Imai, que superó a Madysin Cox, representante de la nueva ola estadounidense. No será una transición sencilla, pero funcionará, como siempre ocurre con la natación de Estados Unidos, la mejor factoría de campeones del mundo.