Incombustible Bahamontes

“Ahora estoy ocupado, pero podemos hablar un poco más tarde”, me dice Federico Martín Bahamontes cuando descuelga su teléfono móvil. Más allá de su edad, Fede se ha buscado siempre ocupaciones, siempre tiene trabajo que hacer. Quizá ese sea su secreto para mantenerse en forma a los 89 años que cumple este domingo. Felicidades. La organización de la Vuelta a Toledo le mantenía los veranos ajetreado, pero la dejó hace dos años, en coincidencia con sus bodas de oro. Ahora se entrega a la estatua de bronce que le va a financiar la Fundación Soliss y que el Ayuntamiento de Toledo ya ha autorizado ubicar en El Miradero, por petición del propio Bahamontes. Su intención era inaugurarla en junio, cerca de las fechas de su querido Tour de Francia, pero se ha aplazado a septiembre u octubre.

También anda liado con su finca, inundada con las recientes tormentas. Y muy triste por unos problemas familiares que se acumulan, por el estado de salud de su inseparable esposa Fermina y de su hermana, y por el fallecimiento hace pocos días de un sobrino. Bahamontes ve pasar la vida a su alrededor. Siempre atareado. Tras las muertes de Ferdinand Kubler y Roger Walkowiak en los últimos diciembre y febrero, ha pasado a ser el ganador del Tour más viejo. También el mayor de los grandes campeones españoles de cualquier deporte junto a Guillermo Timoner (91 años). Durante sus tiempos de ciclista solía celebrar su aniversario en el Tour “con una tarta y dos botellas de champán que traían los de la Peña Gaviria de San Sebastián”. Hoy no sabe cómo lo celebrará: “Quizá trabajando”.