Del Road to Kiev a La Batallona, la media maratón más romántica del mundo
Pipas en Champions. En el fútbol de Andorra se comen pipas. Lo desveló un estudio de la UEFA. Que allí esa costumbre es española. Las pipas y no los perritos de las gradas de Francia, como en Alemania las salchichas. Hay un estadio, sin embargo, donde no se escuchará más se chasquido esta Champions. Es el del Santa Coloma de Capdevila o Galán, Magallanes de fútbol: el Alashkert armenio lo eliminó en primera ronda.
Adiós verano. Se acabó para los futbolistas. Ya, tan rápido. Muchos no han tenido ni tiempo de guardar la entrada de la última final para que no se pierda o encontrarle marco a esa foto (la del Calderón quizá) pero ellos ya vuelven. Ayer el Atleti, el lunes el Madrid. La Champions fue la primera: 15 días reposó Cardiff. El 16 se jugó su primera ronda, los ojos en Kiev. Esa en la que ha caído el Santa Coloma.
Libros. En el barbecho del fútbol, otros deportes toman la tele. Julio es del Tour. Su 18ª etapa acaba en Izoard, ascensión mítica que recoge un libro imprescindible, 50 puertos de leyenda que deberías coronar. Tourmalet, Alpe D’Huez, Angliru o también Los Dolomitas, escenario de otro libro, pura ficción, La sustancia del mal, que llenará las toallas de playa este verano. Un pueblo Twin Peaks (todos mienten, esconden algo) y un crimen alrededor de un protagonista impredecible: la naturaleza. Lo devoras, te devora.
Mi patria, mi reino. Han pasado seis días, pero en la piel de los corredores aún siguen las huellas de La Batallona de Somiedo. Arañazos, golpes, gemelos rotos. La Farrapona, frontera entre León y Asturias, final de la Vuelta 2011, 2014 y quizá 2018, es cada julio, desde hace seis, donde ambas provincias se disputan corona. Las armas son pulsómetros en las muñecas, zancadas largas. No hay en el mundo media maratón más romántica: corres por ti y todos tus compañeros. Sólo 600 pueden (es parque natural), 300 por cada, y cada tiempo cuenta, los primeros y los últimos. Gana quien tenga mejor media no el que llega antes.
La última. En la de hace seis días venció Asturias para empatar (3-3) esta carrera entre lagos glaciares y minas de hierro. Antes de empezar, unas gaitas tocan los himnos. “Después, las marcas pasan a un segundo plano: cuentan la naturaleza, las sensaciones, el hermanamiento”, desvela un Búho, corredor leonés, mientras José Manuel, el organizador, repasa una última vez la lista para anunciar ganador (rosa León, azul Asturias) y Mino, alcalde de Somiedo, mira orgulloso sus montañas. Allí no tienen fútbol en Champions, pero si lo hubiera en sus gradas no comerían pipas sino cachopo. Y de cabrales y cecina, guiño a su Batallona.