Cuando ser sólo Morata no vale en el Real Madrid

Álvaro Morata no se conforma. Nunca lo ha hecho. Su más que presumible salida al Manchester United responde a la pretensión de no ser un simple futbolista más, cansado de tener un rol secundario en el Real Madrid pase lo que pase, mereciera o no tener mayor protagonismo. El Mundial de Rusia le exige asumir un papel preponderante esta temporada, algo que le ha negado Zidane durante todo el curso anterior.

Se advierte un halo de injusticia sobre la figura de Morata. La premisa, da igual lo que sucediese, sostenía a Benzema en el once titular, beneficiario el francés de un trato de favor permanente, amparado desde el banquillo y la presidencia. El impulso futbolístico de Morata y la eterna irregularidad de Benzema requerían un nuevo orden que nunca llegó. Los 15 goles en apenas 1.331 minutos en Liga (sólo Messi tuvo mejor promedio realizador) no le sirvieron al canterano, que sólo disfrutó de 27 minutos a partir de los octavos de la Champions y no disputó ni el derbi ni el Clásico liguero de la segunda vuelta.

Morata entiende que vuelve a ser el momento de dejar el Bernabéu. Ya no le tembló el pulso cuando la Juventus movió tierra y mar para cerrar su incorporación en 2014. La actitud del club tampoco le ha dejado margen para la duda. Le han abierto la puerta con la intención de que el dinero que deje en caja financie la operación Mbappé, aunque parece que existe la voluntad de dilatar su salida a Old Trafford ante la Supercopa de Europa de agosto. Sería apropiado que el Madrid tuviera un gesto hacia un futbolista que siempre ha demostrado estar a la altura de la entidad y no retrasara más el acuerdo. Lo merece, como merecía antes un estatus distinto en las alineaciones de Zidane. Ser sólo Morata no le valió.