Se perdió la final y no hay excusas que valgan. Alemania fue mejor, supo qué hacer y supo cómo hacerlo. En un fútbol moderno en el que los estilos son tan importantes, el alemán se impuso con creces al español. Alemania, esa Selección que se inspiró en España, le ganó como antes ganaba su espejo. Trató bien el balón, presionó la salida española constantemente, generó más ocasiones y concedió menos. Alemania fue la España que conocíamos. 

La derrota es dura, pero debe servir de aprendizaje. Nuestro país sigue produciendo talento y trabajándolo bien. Eso es lo importante. La labor oscura de clubes, canteras, entrenadores y seleccionadores mantiene a La Roja entre las mejores de Europa. Pero no siempre se puede ganar. Nadie, ni siquiera los hoy felices alemanes, son infalibles. Tampoco España, que sabe que, incluso habiendo perdido la final, ha ganado para la absoluta a Kepa, Bellerín, Saúl, Ceballos, Asensio... Mejor premio para el futuro de nuestro fútbol que ese no lo hay.