El ADN de una nación ganadora

El fútbol tienen sus misterios y Alemania es uno de ellos. No importa el campeonato que esté disputando, como mínimo llega a semifinales. Tampoco importa el equipo que proponga, tal y como está quedando comprobado en esta Copa Confederaciones. Özil, Kroos y Neuer, todos de vacaciones. Juegan futbolistas tan desconocidos para el aficionado internacional como Stindl, Henrichs o Rudy, pero no importa. Ahí están. En la finalísima. Como en la Eurocopa Sub-21. Una vez más. Se supone que Joachim Löw queria aprovechar el campeonato previo al Mundial para darle minutos a las promesas alemanas, pero resulta que va a luchar por otra Copa. Y tiene todas las posibilidades de ganarla.

Draxler es pura clase, Goretzka apunta a ser el nuevo Götze y Werner es puro peligro en el área rival. De hecho, este equipo ya puso a prueba en la fase de grupos que sabe buscarle las cosquillas a la Chile de Alexis y Vidal, pero el peligro para los de Pizzi no son estos jugadores. Tampoco lo es la pizarra de Löw. El peligro inminente es el gen competitivo de esta nación. Es muy raro ver a Alemania hacer el ridículo en un campeonato y más raro es ver a Alemania perder una final. Es su ADN. Ganar. No importa quien este sobre el césped.