El orgullo azzurro no bastó
Italia sacó todo su orgullo ante el rival más fuerte que le podía caer en esta Eurocopa. Los azzurrini, que llegaron a Polonia cargados de ilusión y esperanzas, dieron la cara en una primera parte igualada, durante la cual hasta pudieron presumir de haber creado algún peligro más que sus rivales. Sin embargo, no fue suficiente: el exceso de garra y de intensidad de la primera mitad pasó factura en la segunda, cuando el oxígeno empezó a faltar y la calidad técnica de la Rojita desbordó. Imposible, tras la roja a Gagliardini, imaginar un final distinto: batir a España sin dos hombres clave como Conti y Berardi y con un jugador menos, más que una hazaña habría sido un verdadero milagro. Se acaba aquí, merecidamente, una aventura que recordaremos más por las polémicas que protagonizó Donnarumma (cuyo rendimiento no estuvo para nada a su altura) que por el fútbol del once de Di Biagio. Una lástima, considerando la calidad y los talentos que tenía.