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Los mil quinientos un suspiros

Mil quinientos un suspiros no hacen un grito. Y a Getafe viajaron 1.501 gritos que se quedaron en 1.501 suspiros. Ese esfuerzo inútil marca la melancolía con la que el Tenerife regresa al paraíso secundario del fútbol, la Segunda División. Sería un desatino fanático decir que no fue justo el resultado. Pues aunque el equipo de mi tierra se esforzó al final por convertir los suspiros en un grito el Getafe hizo un partido responsable, adecuado para combatir el endiablado reglamento: un 3-1 era un resultado precario y si el Tenerife hubiera marcado cualquiera de las varias oportunidades que tuvo en los últimos instantes (los últimos suspiros) las tornas hubieran sido muy distintas.

Fue una lucha emocionante; queremos tanto al Tenerife, nos gustaría tanto que regresara a la división del paraíso (lo del paraíso lo dijo Manoj Daswani, que era el suspiro número 1.501, en la Ser), que nos cegó el momento mágico del 2-1. Los suspiros no dieron para el grito. Enhorabuena, Getafe. Ánimo tinerfeños. Viva el Tete.