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La ACB en su paradoja

Se hace difícil entender la crisis estructural de la ACB cuando, por primera vez en la historia, las cuatro series de cuartos han llegado simultáneamente al tercer partido y, por ejemplo, en el Martín Carpena se juntaron 7.387 espectadores para el Unicaja-Iberostar como 8.400 se habían reunido en La Fonteta para ver el KO del peor Barça de la historia ante el Valencia. La igualdad ha permanecido en los primeros partidos de semis. Baskonia perdió de uno y el Madrid ganó de tres. También la expectación. Casi 10.000 personas en el Buesa Arena y 12.125 en el Wizink Center. Sorprende que el interés acabe resultando sólo endogámico y no dé el salto en audiencias pese a las retransmisiones de Movistar Plus, cuidadosas y óptimas, ni en ingresos. Y el tiempo no lo cambia.

Mientras FEB y CSD intentan reformular de nuevo el formato de la ACB (ahora Lete piensa en una liga de 16 equipos) siempre entre dudas (¿acabar con los playoffs que sí meten 10.000 personas en un pabellón y generan rivalidades?), el plan de momento es atender a un final que aparece apasionante. Un Madrid mejor, pero fatigado. Un Unicaja pujante, un Baskonia con talento pero sin armazón nacional y un Valencia que es lo contrario. El crecimiento de Sastre es una noticia excelente para Scariolo ahora que ya sabe que Claver estará cinco meses de baja. Su KO es la guinda macabra a una temporada negra en el viejo Palau. Bartomeu ya debe estar al tanto de la dejadez que ha rodeado su vestuario este año. Bartzokas resultó ser todo lo contrario de lo que se dijo.