Una haka en el Campoamor

No sabemos si el protocolo lo permitirá, pero desde que el presidente del jurado, Abel Antón, anunció este miércoles el nombre del vencedor del Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2017, muchos hemos comenzado a visualizar la misma imagen: una haka de gala de los All Blacks en el Teatro Campoamor frente a Leonor de Borbón. Hemos visto esta danza guerrera maorí ejecutada por otras selecciones de Nueva Zelanda, pero ninguna intimida tanto como la de rugby. Es su etiqueta, su sello ante el mundo. Si el protocolo no lo aconsejara, sería bueno contemplar la excepción. Los All Blacks dan ese toque internacional que tanto gusta en los galardones más prestigiosos que se otorgan en España. Y, de paso, el palmarés deportivo se abre a un continente que estaba inexplorado: Oceanía.

El rugby y el fútbol estuvieron unidos en sus orígenes, hasta que comenzaron a caminar independientes en la segunda mitad del siglo XIX. Desde entonces, los dos deportes han triunfado, cada uno con su personalidad, aunque el balón ovalado no ha logrado penetrar tanto en España. Quizá por los campos secos. O porque los deportistas con ese biotipo han optado por otras disciplinas como el balonmano. O porque se ha reducido a un entorno universitario que en este país goza de un insuficiente desarrollo en el deporte. Su entrada en el historial de los Premios tal vez sirva para dar otro empujoncito al rugby por estos pagos. En el palmarés ya estaba la mejor selección de fútbol: Brasil. Y desde ahora figura también la de rugby: la tricampeona mundial Nueva Zelanda. Anhelamos su haka.