El Málaga se dejó la piel

El Málaga de Míchel mereció mejor suerte. El 0-2 fue demasiado castigo. Fue honrado, compitió a gran nivel y se dejó hasta la última gota de sangre, lo que da más valor al merecido éxito del Real Madrid, campeón de Liga en La Rosaleda como hiciera el Valencia de Rafa Benítez en 2002.

Los malaguistas se sobrepusieron al tempranero gol de Cristiano Ronaldo que fue celebrado por casi media Rosaleda. Keylor Navas hizo uno de los paradones de la Liga a Sandro mientras la afición blanquiazul volvió a corear el “¡Sandro, quédate!”. La gente le adora. El sector malaguista de aficionados trataba de marcar territorio con el viejo soniquete “¡madridista el que no bote!”, parcialmente secundado. Más efecto tuvo el pegadizo y más testicular “¡estamos hasta los h… del Barça y del Madrid!”, “¡Juve, Juve!” etc. que, tal vez y sólo tal vez, pongan a trabajar a Javier Tebas.

De un posible 1-1 en las botas de Recio se pasó al 0-2 de Benzema. Delirio de los seguidores del Real Madrid que comenzaron a corear el ¡campeones! Tocaban con los dedos un título que se le venía atravesando. El Málaga no entregó la cuchara. Siguió jugando con una honradez admirable. Tremenda ovación de madridistas y malaguistas a Isco, en su partido 200, cuando fue sustituido. Con todo decidido llegaron las despedidas. Sandro, Duda, Charles o Demichelis, que finalmente no pudo despedirse desde el césped. Digno cierre de temporada para un Málaga que con Míchel ha recuperado la ilusión y que ha sentado las bases de lo que puede ser una próxima temporada más que ilusionante.