Real Betis, ese Club de Negocios

Existen excusas para lo que usted quiera

José A. Espina
Jefe de Sección de Diario AS en Andalucía. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad de Sevilla. Pegando teclazos desde 1998, durante toda una década en Madrid (2000-2010). Sevilla, Betis, Selección española y lo que se ponga por delante. Loco por el fútbol, guarda un poco de esa pasión para su otro deporte favorito, el tenis.
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Existen excusas para lo que usted quiera. Como la de aquel tipo que llegó a su casa apestando a perfume, con el cuello repleto de carmín y la nariz tiznada de blanco. "No te lo vas a creer, Mari: me he peleado con un payaso", le dijo a su mujer. Puede que Mari se lo creyera y no por tonta, sino porque a nadie le gusta que le digan que su marido es un mujeriego ni que su hijo es feo, o vago, o poco listo. Quizá algunos béticos, les comprendo, están también hartos de que los periodistas independientes les cuenten la verdad: que su club, grande como pocos en lo social, es un absoluto desastre y anda dirigido al manotazo en lo deportivo.

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Otros 'béticos', simplemente, se ven obligados a justificar la mamela. Pasa uno por delante de la Puerta de Cristales del Benito Villamarín y cada día aparece más gente que trabaja y/o depende del Betis, que no hay semana en la que no se ponga una tienda, se firme un contratito o se monte un equipo de lo que sea. 'Club de Negocios', lo llamaron pregonándolo, sin esconderse, y en eso se acabará quedando porque de fútbol anda cortito y porque por el mismo camino (o peor) están llevando a otros deportes aledaños, como el baloncesto.

Ahí que pillaron a ese antiguo Caja que hoy cumple 30 años, lo nombraron Real Betis, lo patrocinó una de las empresas del presidente Ángel Haro (Energía Plus), lo vistieron de verdiblanco y ahora, cuando sólo un milagro o los despachos pueden evitar su descenso a la LEB, la excusa de los trinconetti (otra más) es que "el Betis no lo estaba gestionando". Ole ahí. Resulta que yo adopto un niño, le pongo mi nombre y mi apellido, le visto con mi ropa... Y lo mando de vuelta a su antigua casa a que pase hambre y enfermedades. ¡Tesquieiyá! Prefiero el payaso.

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