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El fútbol, el azar y la primavera

Fue un partido como de primavera: tormentoso, luminoso, triste, barroco, bronco. Y ganó el Barça porque la primavera también es azar. Ese gol que le tocó a Luis Suárez como un regalo del cielo tormentoso de la primavera cambió el curso del encuentro, amilanó al Espanyol y despertó en el Barça el espíritu de Madrid. Carlos Marañón, de acendrada historia hispanista y de muy buen ojo panorámico, había observado en Carrusel que el Barça estaba jugando como “antes de Madrid”. Pero es que después de ese gol respiró el espíritu del Bernabéu, se empeñó en quedar invicto en tamaña responsabilidad (el Espanyol es un hueso prehistórico fortísimo) y dispuso de la paciencia suficiente para dar sentido a la velocidad.

Como el fútbol es así de primaveral el segundo gol se pareció, como para responderle a Carlos, al Barça aún más antiguo, el Barça de Pep; la jugada de Neymar, el pase de Messi, el remate de Rakitic… constituyó lo mejor del partido porque también fue producto de una buena historia. Para acabar, el primer regalo a Luis Suárez se repitió casi de manera idéntica y el partido terminó con un resultado tan engañoso como el sol de primavera. Fue un partido difícil para el Barça, asaltado por un Espanyol insistente pero inoperante. Mientras que el Barça ni siquiera era insistente. Pero pasó el azar y le fue favorable al Barcelona. El fútbol te atrapa también por estos azares.