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Neymar, víctima del cuarto árbitro y del primer chivato

Tres partidos a Neymar por aplaudir al cuarto árbitro. Más de los que le han metido a cualquiera de los defensas que le han molido a patadas esta temporada, que han sido muchos. No sabemos qué hace el cuarto árbitro, más allá de levantar la tablilla con los minutos que hay que añadir. Ni nos ocupa ni nos preocupa. No quiere esto decir que esté bien lo que hizo Neymar. Pero me pregunto a cuento de qué tiene que estar el cuarto árbitro a lo que hace o deja de hacer un jugador que ha sido recién expulsado, que se va al vestuario acelerado y cabreado. No me parece lo mejor que el cuarto árbitro deba estar pendiente de eso, ni mucho menos me parece bien que además se chive de ello al árbitro principal. De tener que chivarse de algo preferiría que fuera de un codazo o de una patada que se le haya pasado por alto a su jefe, por ejemplo.

El chivatazo a Gil Manzano, que tampoco hace falta que le den palmas para arrancarse por bulerías, nos va a privar a todos de ver a uno de los mejores jugadores del mundo en el mejor partido del mundo: El Clásico. Más allá de los colores, es una pena que Neymar no juegue. Todos le vamos a echar de menos, sobre todo los niños, que admiran su juego y sus virguerías. Neymar es uno de esos pocos futbolistas que siempre hacen algo por lo que merece la pena pagar una entrada. Que Neymar no debe aplaudir al cuarto árbitro, ni cambiarse de botas a cada rato por razones indeterminadas, ni tirarse en el área como si fuera una piscina, ni, ni, ni..., ¡pero que se pierda el clásico por aplaudir al cuarto árbitro en caliente, recién expulsado, manda narices