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La verdadera cara de la relación

La gente no cambia, se cansa de fingir. Pasó con James en Butarque el pasado miércoles y ocurrirá tarde o temprano con Zidane. Al técnico, los códigos le alcanzan sólo para las ruedas de prensa y al guión se le notan las fisuras. La sonrisa ante los medios se traduce en 1.388 minutos del colombiano en el campo. Ante el Leganés, el entrenador pudo permitirle jugar su sexto partido completo de esta temporada, pero decidió mandarlo al banco. El francés habla más claro desde sus decisiones que frente a los micrófonos. Le otorga muy poco valor a un jugador de 80 millones que al lado de Ancelotti y Pékerman pintaba para Balón de Oro.

James envió un mensaje claro frente a las cámaras. ¡Basta! Hace tiempo la titularidad del colombiano dejó de ser tema de discusión porque los resultados avalan la selección de los equipos de Zidane. Convengamos, eso sí, que la función del entrenador va más allá de disponer los jugadores sobre el campo, implica potenciar las condiciones del futbolista en favor de la convivencia y el juego. En quince meses, el francés no logró siquiera enseñarle al 10 a recitar respuestas de cajón y a chocarle la mano en el cambio. Todo indica que finalmente terminará la agonía de una relación que sólo tuvo buena cara ante la Prensa.