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Eurocup: no se vayan todavía...

El baloncesto está vivo en Valencia y Málaga, una buena noticia para los tiempos que corren. Lo demostraron este martes Valencia Basket y Unicaja con un primer asalto apasionante de la final de la Eurocup que resolvió un montenegrino irresistible, Bojan Dubljevic, pívot cuyos fundamentos nos trasladan al baloncesto de antes. Al Unicaja, sin embargo, le falló su jugador franquicia. Nemanja Nedovic tiene el suficiente talento como para compartir vestuario y minutos con Stephen Curry en los Warriors; lo hizo en 2013. Pero su juego es un tobogán. En La Fonteta empequeñeció y, sin su inspiración, todo el entramado defensivo y el trabajo de fábrica de sus compañeros se fue al infierno. La serie está 1-0 y Valencia a un paso del título. Pero se anuncia fuego en Málaga.

La final, además, es síntoma de buena salud del baloncesto nacional. Valencia tiene un núcleo duro español formado por los admirables Rafa Martínez (ya por los 35 años), San Emeterio (33), además de Guillem Vives, Joan Sastre y Pierre Oriola. Unicaja, mientras, presume de Los Guindos, la fábrica donde se crían sus talentos muy cerquita del Martín Carpena... y del mar. Alberto Díaz y Viny Okouo, un pívot congoleño criado en las peligrosas calles de Brazaville, se hacen esforzado hueco. Las dos plantillas, además, están entrenadas por Pedro Martínez y Joan Plaza, técnicos que prestigian el gremio y persiguen este título que viene con un pan debajo del brazo. Para Valencia, 13 millones de presupuesto, y Unicaja, unos 10, volver a la Euroliga es oxígeno. También ilusión.