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Un Barça abandonado

Podríamos empezar, por qué no, con la pésima imagen de Georgios Bartzokas, expulsado del Palacio de Deportes y fuera de sus casillas, la fotografía más fiel de este Barça de pena que se arrastró por Madrid. Se podría seguir, por qué no, con el codazo excesivo a Carroll de un, por norma habitual, señor en las canchas, Ante Tomic, estampa de la frustración. Y podríamos acabar, por qué no, con la risa desahogada de Rice mientras la afición del Barça asistía con vergüenza al nuevo ridículo de su equipo en Madrid. Del 63-102 del Palau en la primera vuelta al 85-69. El Madrid, en un buen detalle, no quiso ridiculizar en exceso a su viejo rival.

El Barça, con un récord de victorias impropio (10 victorias, 17 derrotas) está fuera de los ocho mejores de Europa por primera vez desde la temporada 2004-05. El deterioro en la sección se proyecta en el abandono del club. Sólo dos miembros del staff de la sección, Joan Bladé (directivo responsable de la sección) y Rodrigo de la Fuente (mánager deportivo del baloncesto) acudieron al nuevo desastre del Palacio. No resulta sencillo salir ahora en la foto. A Joan Carles Raventós, director de secciones, ni a Albert Soler, responsable de todos los deportes profesionales, no se les vio por allí.

El Barça intenta defenderse explicando que este es un año de transición, que Abrines (que cambió cobrar 600.000 euros por seis millones) y Satoransky dieron un portazo sin avisar, y que las lesiones (Pau Ribas, Doellman, Navarro) o los accidentes (Koponen) le han condenado. Pero no cuela. La planificación ha sido errática y los temporeros, a excepción del corazón que demuestra un todavía tierno Diagné, han sido una mediocridad: Renfroe, Munford, Holmes, Faverani… Los jugadores franquicia, mientras, están de vacaciones. Rice se ha tirado al callejón, Doellman ya demostró el año pasado que adolece de ese liderazgo, Claver no ha justificado el esfuerzo del club (1,2 millones al año) por ficharle y a Perperoglou le ha sobrado este año. Hay quien señala a Navarro pero una leyenda que demuestra vergüenza torera y que es el único pegamento que queda en ese vestuario y siente el escudo, no puede ser el problema. Simplemente hay que darle su espacio en el vestuario y en el club.

Lo más preocupante para la sección de baloncesto del Barça es que no se cree su futuro. Dentro del club admiten que los chicos de baloncesto que viven en La Masia de hoy, al contrario que los del fútbol, no tienen el primer equipo como sueño. Ellos quieren jugar en la NBA. Consideran que es imposible luchar contra la llamada americana y contra los privilegios fiscales de las ligas en Rusia y Turquía. Cabe entonces preguntarse por qué a principios de año el Barça habló de un “nuevo modelo” con preponderancia de la base. A sólo 600 kilómetros, el Madrid ha demostrado que sí es posible ejecutar un proyecto atractivo para la gente, nacional y ganador.

Es cierto que hay movimientos y reflexión en el Barça y que mañana, contra el Estrella Roja, se espera una noche dura para los responsables de la sección. Lo que parece mentira es que desde dentro mismo del club se amague con sacar bandera blanca. Ahora que fallece Agustí Montal, el presidente que impulsó el Palau Blaugrana, mal homenaje parece.