Ramos, el Macho Alfa

Héroes vikingos. Me encontraba una hora antes de empezar el partido rodeado de peñistas en la cafetería Cañas y Tapas de La Esquina del Bernabéu. Doña Aurelia, una entrañable señora de Arévalo que se estrenaba en el santuario de La Castellana, me dice al oído “señor Roncero, lo bueno es que teniendo a Sergio Ramos sabemos que el Madrid puede salvar cualquier partido”. En ese instante, en la cafetería se escucha un estruendo como si alguien cantase un gol. Pues no. Era el canastón de Llull que daba al Madrid de basket el triunfo ante el Barça en el último segundo. Los aficionados se frotaban las manos. Fin de semana de gloria madridista, aderezado con la derrota culé en Riazor (sin Aytekin no hay paraíso...). Con Ramos y Llull la vida es más placentera para la familia vikinga. Y eso que ya se les puede acusar de reincidentes. Y en el caso de Ramos de nocturnidad, porque muchos de sus milagros postreros acontecen cuando las luces de neón están en su esplendor y los más fatalistas se marchan del estadio camino del Metro creyendo que la suerte ya está echada. Eso es no conocer a Sergio. Esta vez fue en el minuto 81. El 1-1 tenía al personal de los nervios. Desaprovechar esta oportunidad tenía delito (moral). Por eso Sergio acudió a ese córner lanzado por su aliado Kroos con la fe y la fiereza de una manada de lobos. Entró al remate con tanta contundencia que podría decirse que patentó al ‘cabezazo-volea’. Ya se canta en los colegios: “¡Hasta el final, Ramos Real!”.

Factor Keylor. El costarricense ha perdido la confianza en ese quirófano veraniego que le quitó la autoestima y la fe en sus vuelos sin motor, pero su paradón salvador del último minuto merece el indulto de la grada. Cierto que en el primer tiempo estuvo negado y acabó metiéndose un gol en propia puerta. Keylor, levántate y para.

Cristiano forever. En su nueva versión de delantero centro factura como el mejor. Su golazo de cabeza antes del descanso despejó algo los nubarrones que se cernían sobre el estadio. Y después metió otro, tras gran desmarque y perfecta vaselina, pero un linier con la mirilla averiada invalidó la acción. Cristiano ya no arrasa ni atropella a sus rivales, pero sus goles siguen siendo claves para que el Madrid sobreviva. Acumula 26 goles este curso y 390 de blanco. Pronto llegará a los 400, en sólo ocho temporadas. ¿Qué más le podemos pedir al mejor jugador que pisa la Tierra?

A los leones. El sábado visitamos San Mamés antes del break forzado por el parón de las selecciones. ¿Jugará la BBC de inicio ante un rival tan intento como es el equipo de Valverde? Mientras llega el momento yo disfruté ayer de las genialidades de Isco (no me gustó que lo cambiasen), de la brega de Morata, la zurda de seda de James y los minutos bañados en pólvora de Lucas Vázquez. Con un plantillón así, el abecedario debería ser más flexible...

Líderes en solitario. Con un partido menos, el Madrid de Zidane ya corona el Everest de la Liga. Carpe Diem. Disfrutemos del momento. El Madrid vuelve a depender de sí mismo. Y por el Bernabéu deben pasar Atleti, Barça y Sevilla. Esta Liga no se puede escapar bajo ningún concepto. Me lo recuerdan las peñas de Coria (Cáceres), La Quinta del Buitre de Martos (Jaén), El Prat de Barcelona (Sergio, eres el vikingo más grande de toda Cataluña) y Julio Zapata de Murcia. Todos creen. Con Ramos, al fin del mundo...