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Enhorabuena, Guacho, lo que llovió en aquella barbacoa...

Cuando hablo de Godín no hablo de un gran compañero; hablo de una muy buena persona, de una persona maravillosa. Desde que le conocí le llamamos Guacho, que significa huérfano. No tengo ni la menor idea del por qué; no lo es, pero se quedó con este apodo hasta hoy. Si la gente nos hubiera visto intentar organizar una barbacoa en Madrid en 2010, hubiera pensado que no estábamos lo suficientemente preparados para hacer nada y mucho menos para jugar bien en equipo. Quizá fue el primer día de agosto que diluvió en Madrid en siglos y fue el día que elegimos para ese asado.Godín acababa de fichar por el Atlético. Yo había estado insistiendo al club rojiblanco para que le fichara porque lo necesitábamos. Diego es agresivo, rápido y extremadamente inteligente: tiene un sentido increíble para anticipar los movimientos de los delanteros rivales. Si además mete goles decisivos como el que le dio el último título de Liga al Atlético, nos encontramos ante un defensa total.

Al Guacho le conocí en 2005 cuando entró en la selección para jugar de lateral izquierdo. Vio que me quedaba después del entrenamiento. Él también lo hizo y trabajamos su pie izquierdo. Desde entonces se convirtió en pareja asidua de Diego Lugano para, todos juntos, ganar prácticamente todo lo posible con nuestra selección. Godín se merece todo lo bueno que le pase en el Atlético, al que sigo a diario esté donde esté. Por su forma de jugar, su raza y su compromiso también será recordado como uno de los mejores defensas del mundo. Y conociendo como se cuida, 300 partidos se van a quedar cortos. Tenemos Godín para rato. Enhorabuena Guacho.