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En los días antes de ese encuentro de ida, tanto Emery como sus jugadores habían mostrado una serenidad extrema. La de un equipo seguro de sus fuerzas después de haber logrado un grandísimo resultado en la ida y con las estadísticas de la UEFA a su favor. Sin embargo, esta serenidad se escapó nada más entrar en el Camp Nou. Posicionado muy bajo, el PSG perdió balones que no suele perder de costumbre y no lograba mostrarse peligroso en toda la primera parte. Emery, agitándose aun más que en otros partidos, tampoco ayudaba a los suyos y esta inestabilidad se trasladó a sus defensas que concedieron dos goles evitables que metió al Barcelona en la eliminatoria.

En la segunda parte, el técnico español intentó reaccionar, haciendo entrar al héroe de la ida, Ángel Di Maria y pidiendo a sus hombres jugar mas alto. El experimento parecía funcionar cuando Cavani marcó en el minuto 62 un tanto que parecía valer oro pero una vez más el conjunto parisino jugó con el miedo en el cuerpo y concedió un fracaso histórico encajando estos tres goles en siete minutos. Si en la ida Emery dio un baño táctico a Luis Enrique, el contrario se produjo ayer en el Camp Nou y confirma que el ex-entrenador del Sevilla tiene al Barça como su bestia negra. A partir de hoy, tocará para Emery y los suyos encajar las criticas que lloverán de todas partes.