Eibar: en Regional hace 39 años
Garmendia y el cuento. El Real Madrid ganó la Liga de la temporada 1977-78. Aquel año, Mario Alberto Kempes fue el máximo goleador superando a Carlos Santillana. Ese verano, un chaval llamado José Ignacio Garmendia fichaba por un equipo que le permitía ponerse los guantes y atender su carnicería en Villabona, una pequeña localidad de Guipúzcoa. Ese equipo jugaba en Regional Preferente. Era el Eibar. Garmendia defendió su portería durante 20 años, lo dejó en Segunda siendo el Zamora dos temporadas. Han pasado 39 años, hoy el Eibar es uno de los equipos que mejor fútbol practica en Primera, cerca de Europa, un club saneado y que mantiene la humildad que lleva en la piel la ciudad. Ipurua ya no quiere que el campo se embarre como en los 90. Hoy recibe al Madrid, el cuento ha cambiado.
El que la sigue... Pablo Piatti siempre fue uno de los hijos deportivos más preciados de Simeone. Con él salió campeón en Estudiantes siendo un niño. Pablo no tuvo una infancia sencilla. La figura del Cholo fue importante para él, fortaleció su idea de no rendirse en la cancha. Lo de no hacerlo en la vida le venía de la experiencia personal. El extremo dio el salto a Europa para ser el fichaje más caro de la historia del Almería. Formó parejón de ataque con Álvaro Negredo. Se salió y fichó por el Valencia. Cuando tuvo continuidad rindió, pero el caos del club y el vaivén de entrenadores hizo que fuera apartado, incluso le quitaron el ‘11’ para darle el ‘2’. Aplicó su máxima y salió adelante para recuperar el dorsal con rendimiento. Hoy, en el Espanyol está demostrando lo que es: rapidez, inteligencia, personalidad, talento y goles que dan puntos. Es el jugador ofensivo más importante de Quique Sánchez Flores. Uno de los jugadores más en forma del campeonato. Menudo en estatura, nada más.
Los buenos gestos. Me gustó ver cómo Riazor se ponía en pie para aplaudir a Fernando Torres. Me gustó que Riazor aplastara con aplausos a los canallas que pitaban en ese momento, que acallaran al necio. Me gustó que Juanmi recordara a Pablo Ráez con gol y sonrisa en Anoeta y que La Rosaleda guardara uno de los minutos de silencio más solemnes que recuerdo. Me gusta la buena cara del fútbol, la solidaridad que genera, la que va mucho más allá del balón.