El equipo en el que nunca dejar de creer
Porque Mendizorroza pasó y allí se quedaron sus dudas. Porque una final espera a 180 minutos y no es una final cualquiera. Porque estos jugadores ya saben cómo tumbar al Barça. Porque no ha pasado tanto desde la última vez. Porque en alguna fibra del traje negro de Simeone, seguro, sigue prendida la emoción de aquella noche. Porque si Griezmann quiere sentarse a la mesa de Messi es en partidos como el de hoy donde se ganan las sillas. Porque esta afición lo merece.
Porque creo en Simeone. Y en Gabi, Godín, Koke y Juanfran. Y creo en Moyá. Y en Filipe. Y en Saúl. Y en Grizi. Y en Torres. Y en todos esos 18 futbolistas que hoy llevarán en el pecho ese escudo que es corazón de tantos. Porque hace un año Carrasco fue Maradona en el Camp Nou. Porque el Atleti ya le arañó un punto a este Barça en septiembre. Porque si algo me enseñó este equipo es que nunca he de dejar de creer. Son muchas las razones. Las de antes. O, incluso, sólo una y muy sencilla: porque este es el último año del Calderón y no habría un mejor final que Gabi alzando un título por última vez sobre su césped. A 270 minutos está. Y el Barça.