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Faltó una pizca más de fortuna

El inicio de la segunda parte, con el 1-4 de parcial en contra, decidió el partido. Fueron unos minutos fatídicos para la Selección, que luego apretó, mejoró y estuvo a punto de cambiar el marcador, pero la realidad es que la remontada fue imposible, que nos faltó un gol, que estuvimos los dos en el borde del abismo, y que Croacia se acabó salvando y nosotros rodando hacia abajo en un partido muy complicado, y muy difícil de jugar con Aginagalde, con los dos árbitros que pitaron la final del Europeo, y ya sabemos lo que permiten. Por ejemplo, en los minutos finales en los que costaba un mundo marcar un gol, a Julen le negaron un penalti tan claro que nos costaría el encuentro. Pero eso, lo de jugar con el pivote, era casi imposible, incluso porque la defensa croata se cerraba ostensiblemente por el centro.

Fue una guerra entre la velocidad nuestra, de los extremos, con la potencia de lanzamiento de los croatas. En este balonmano tan igualado, en el que un gol decide las medallas, quizá nos faltó un poco más de aportación de la primera línea, aunque fuesen goles en aproximación. En la segunda mitad surgió la figura de Alex Dujsebaev, con el deseo de tirar de España, pero es demasiada responsabilidad para un chico joven como él. Jordi Ribera lo intentó todo, con las posibilidades y combinaciones que tenía en la primera línea, pero no fue suficiente por esa pizca de fortuna imprescindible. Ahora bien, le ha dado la alternativa a cinco jóvenes en este Mundial, y le han tomado la palabra, porque Balaguer, Fernández, Dujsebaev, Goñi y Corrales han estado al nivel de la Selección, y son el futuro.