Difícil y complicado
Se nota cierta querencia entre comentaristas y jugadores hacia dos adjetivos que a menudo van en mancuerna como los bueyes pero sin que se añadan nada el uno al otro: “difícil y complicado”. “Difícil” es un buey; y “complicado”, el otro. Y a ver quién distingue por separado al primer buey del segundo, si parecen el mismo individuo.
El partido se presenta “difícil y complicado”, predecir un resultado se hace “difícil y complicado”, aventurar el futuro del entrenador resulta “difícil y complicado”. Siempre por ese orden. No se oye “complicado y difícil”.
En la vida, los problemas difíciles suelen resultar complicados, y los complicados son habitualmente difíciles. Por tanto, no se entiende bien a qué viene proferir dos veces la misma idea, pues en tales contextos no parece existir ninguna diferencia entre esos dos términos unidos por el yugo de la rutina. Sucedería lo mismo si dijéramos “el equipo está partido y dividido”, “se ve al entrenador vacilante y dubitativo” o “el marcador sigue inmóvil y sin moverse, además de quieto”. Una situación difícil es “la que presenta obstáculos o impedimentos”; y una situación complicada, la que resulta “de difícil comprensión”. En consecuencia, un problema matemático complicado suele ser también difícil.
Así pues, la duplicación “difícil y complicado” suena reiterativa en el contexto en que se usa habitualmente. Pero, atención, eso no significa que ambos términos sean sinónimos en todos los casos como parecen haber deducido algunos.
Saltar ocho metros en longitud es difícil; pero nada complicado. Se entiende perfectamente. Basta con impulsarse con potencia y sin darle más vueltas al asunto. Por el contrario, nos toparemos con pocas situaciones complicadas que nos parezcan fáciles de resolver. Porque si las resolvemos con soltura se verá con claridad que no eran tan complicadas.
En consecuencia, tales términos funcionan a menudo como sinónimos, pero no siempre. Dependerá de cada contexto.
Hace dos semanas oí al narrador del encuentro Real Madrid-Deportivo de la víspera de Reyes de 2002, que se ofrecía en diferido pero con comentarios actuales: “Era muy complicado esperar un arranque del partido así” (tres goles en diez minutos). Pero esperar eso no parece complicado, bastaba con habérselo propuesto. Lo difícil, por pura estadística, era que se marcasen tres goles en tan breve tiempo (entre ellos, aquél extraordinario de Zidane).
Y a mí me parece difícil y complicado que algunos narradores piensen un poco más en lo que quieren expresar cuando dicen “difícil y complicado”.