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"Machada" de las mujeres

Los periodistas varones suelen acudir a un adjetivo muy contundente a la hora de resaltar una hazaña: “machada”: “¡Qué forma de remontar un partido, ha sido una machada!”; “la carrera del atleta español ha sido una machada que se recordará durante años”.

La Academia hace equivaler esa palabra con “acción valiente”, sin definir el sexo de quien la desarrolle. Pero de la propia raíz del vocablo se deduce el sinsentido de una expresión como la que escuché el 16 de octubre de 2015 en una emisora. El día anterior, el equipo femenino del Atlético de Madrid había eliminado al Zorky de Moscú con una remontada. Y el locutor anunció en los titulares, a las 6:28 horas: “Machada del Atlético en féminas”. La machada de unas mujeres se parece a la separación de las juntas, o al hundimiento del firme: una contradicción en los términos.

Además, esa palabra se basa en la raíz “macho”, que tiene un primer significado como sustantivo (“animal del sexo masculino”) y otro coloquial como adjetivo (“hombre con características consideradas propias de su sexo, especialmente la fuerza y la valentía. ‘Se cree muy macho”). Pero el hecho de que la primera acepción se ciña a los animales favorece las analogías de sentido peyorativo. Si oímos, por ejemplo, “a tu primo le salió el macho que lleva dentro”, el relato nos predispone a escuchar alguna barbaridad ejecutada por tu primo. De hecho, en los siglos XVIII y XIX “machada” significaba solamente “necedad”; y con ese sentido llega hasta 1984, año en que la Academia le añade la acepción de la valentía.

Las derivaciones desfavorables de la raíz “macho” incluyen sin duda el término “machista”, adjetivo que califica a los varones con actitudes de prepotencia, superioridad o mal trato hacia las mujeres.

Una alternativa menos desfavorable a “machada”, y también usada en el lenguaje deportivo, sería “hombrada”, que aparece retratada en el Diccionario como “acción propia de un hombre generoso y esforzado”.

Resulta curioso que en “hombrada” se hable de la “acción de un hombre” y que en “machada” se deje abierta la posibilidad de que tal acto corresponda a una mujer, pues no se acota su significado según el sexo. Pero serían muy chuscos unos titulares como “Machada de Carolina Marín”, “Garbiñe Muguruza logró la hombrada” y otros similares.

O inventamos “mujerada”, o más vale que nos vayamos olvidando de esos vocablos que cada vez suenan más patosos.