Un plan al desnudo
Anulado. Se presentaba el Sevilla en el Santiago Bernabéu con una filosofía de juego repleta de halagos y su propuesta se transformó en fuegos de artificio. Ni el balón fue suyo ni compitió a nivel de intensidad contra un rival que lo empequeñeció desde el inicio. Si el equipo de Sampaoli levantó aplausos tras una demostración de recursos ante el Barcelona que terminó en derrota, su imagen del bernabéu lo alejó incluso de esos espejismos: Vitolo, Nasri o Nzonzi se hicieron tan pequeños que ni sobre ellos pudo apoyarse el equipo con el marcador en contra.
Sorpresa. Algo maquinaba Sampaoli o, simplemente, que no le gustaba que se diera por hecho que siempre que pueda jugará con tres centrales. Decidió dejar a Pareja en el banquillo y de añadir magia al centro del campo con Ganso. Y arriba, sin nueve puro pero con Correa mientras se esperan refuerzos en la zona. La apuesta por el toque, sobre el papel, no pudo ser más contundente. O quizás el argentino pensó que si Zidane se permitía el lujo de rotar, por qué no iba a hacerlo él. Pero Ganso confirmó que con ese ritmo es imposible competir ante los grandes: alto nivel técnico para pequeñas citas.
Errático. Sampaoli siempre tiene claro que su estilo no debe cambiar. Da igual el escenario. Da igual el rival. Pero cuando el equipo sevillista trata de sacar el balón jugado desde atrás y enfrente hay un rival tan intenso como el Real Madrid, cualquier equivocación es letal. Mercado, lejos de ser la pieza más fiable en términos de control de balón, se empeñó en buscar a Nzonzi de espaldas cuando quizás no debió. Ahí comenzó una pesadilla para el Sevilla que condenó su día de mayor desacierto asociativo.
Temblor. No es la pegada precisamente la mejor virtud del Sevilla de Sampaoli. En el Bernabéu, escenario que exige una eficacia casi mayor a cualquier otro, los espacios sólo los encontró Correa, que se topó con Casilla, y más tarde Vitolo para probar la sobriedad del madridista. En el banquillo, sin embargo, se quedaron Ben Yedder y Vietto, que sumaron en esta campaña 22 tantos entre los dos sin que protagonizaran una titularidad indiscutible. El espacio fue el mayor aliado del Sevilla en sus oportunidades, pero sin delanteros en liza la dificultad se multiplicó.
Esperanza. Hubo demostraciones heroicas en eliminatorias del pasado reciente, pero Nervión necesitará esta vez una proeza para ver a los suyos seguir su camino en la Copa del Rey. La ilusión depositada en el plantel de Sampaoli va más allá de esta eliminatoria, pero los choques venideros, que incluyen otro envite ante el Real Madrid también en Liga, medirán la capacidad de este plantel de competir hasta el final también en otros escenarios. Es el primer golpe de efecto que recibe la propuesta de Sampaoli desde su llegada más allá de algún traspié liguero corregido con otra buena dinámica: el correctivo del Bernabéu requiere otro punto de partida.
Sin pausa. Y alejados de todo el ruido de la eliminatoria copera, Monchi y su equipo dieron ayer una nueva lección de trabajo efectivo en pos de la mejora de la plantilla. Primero, el traspaso de Kolodziejczak al Borussia Moenchengladbach casi triplicando su precio de venta lo que costó hace dos años. En segundo lugar, fichando a Lenglet, uno de los centrales más prometedores de Francia. Y para acabar, acercando posturas con Jovetic. En Nervión no se para.