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Las noches en vela con Mireia

Unos nos acostábamos con Mireia Belmonte aún en la retina, otros se levantaban con ella. Unos nos íbamos a casa a dormir de madrugada, cuando el día ya clareaba, con el corazón acelerado por la emoción. Otros amanecían con la noticia en la web de AS o en la edición especial de Kiosco y Más. Mireia nos tuvo muchas noches de agosto en vela durante los Juegos Olímpicos de Río. Igual que nos mantuvieron despiertos Michael Phelps, Usain Bolt o Ruth Beitia. La natación y el atletismo fueron los deportes más trasnochadores. Pero sobre todo la natación, con unos horarios programados para lucir en Norteamérica. En España, a la hora de los búhos, Mireia nos lanzó a todos a la pileta para bracear con ella hacia el oro olímpico en 200 mariposa y el bronce en 400 estilos. Todavía me erizo cuando recuerdo cómo retumbó la redacción de AS con su victoria al ritmo de la estusiasta narración de Julia Luna en TVE: “Oro olímpico de Mireia Belmonte. Siiiiií, lo ha logrado. ¡Su sueño hecho realidad!”. Pura pasión. Qué noches la de aquel mes.

Hace dos años tuve también el honor de escribir sobre ella en la Gala de AS. Era la segunda vez que Mireia Belmonte recogía este premio. ‘Cada brazada conduce al oro olímpico’, titulé entonces mi columna. En el texto rememoraba las dos platas de la badalonesa en Londres 2012, sus tres medallas en los Mundiales de Barcelona 2013, sus éxitos en los Europeos de Berlín, sus victorias y récords en piscina corta... Pero en su palmarés todavía quedaban huecos reservados para las dos joyas de la corona: los oros en un Mundial de 50 metros y en unos Juegos. Una lesión en un hombro le privó del primer reto en Kazán 2015, pero nada frenó su desafío en Río. Sus brazadas condujeron al oro olímpico. Pero siempre hay más sueños por cumplir. En 2017 se celebran los Mundiales en Budapest. Y todavía falta una gran pieza en su colección