Una oportunidad perdida, un modelo fracasado
La que tenía que ser la ceremonia de la reconciliación del barcelonismo se convirtió en una triste ocasión perdida en una asamblea desmoralizante por la ínfima participación. Alardea el Barcelona con razón de ser una entidad dirigida por sus socios, pero el pasotismo de éstos en los órganos de decisión que les corresponde debería de abrir un debate en la entidad. La voz de los 143.000 socios la representan 4.492 compromisarios. Ayer, cuando se votó la propuesta de pacto con una parte de los exdirectivos demandados había en la sala 376 personas. El absentismo democrático de los socios choca claramente con los valores del club. El sistema asambleario debe reformularse con urgencia. Entre socios que no van a la asamblea, otros que se van del campo antes del final del partido y los que revenden sus localidades a los turistas, parece que empieza a hacerse obligatoria una escuela de barcelonismo también para los aficionados. O eso o dejar alardear de ser la mejor afición del mundo.
Sa por la ausencia de socios o por lo que fuera, lo cierto es que ayer se perdió una nueva oportunidad para cerrar un caso que dura ya seis años. Once directivos pueden ir a dormir tranquilos pensando en su patrimonio, pero la preocupación por el estado del club no se la quita nadie.