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La técnica o la técnico

Nuestro idioma ofrece muchos ejemplos en los cuales el cambio de género implica un cambio de significado. No es lo mismo el orden que la orden; el tormento que la tormenta; el leño que la leña; el cubo que la cuba; el manzano que la manzana; el frente que la frente; la pala que el palo...

Pero en ninguno de esos ejemplos se trata de seres animados, casos en que las ambigüedades resultan más difíciles de resolver.

Ahora surge la vacilación en algunos periodistas deportivos al escoger entre “la técnica” o “la técnico” para no repetir “entrenadora”. Porque resultarían ambiguas afirmaciones como “el Betis femenino tiene una técnica muy buena”.

Sucede lo mismo con “la música”, expresión que puede nombrar a una violinista o al arte de combinar los sonidos para producir un deleite (se ve la ambigüedad por ejemplo en “la música de ayer me impresionó”). O con “la soldada”, término que en teoría podría referirse a una mujer soldado o a una retribución (“estoy muy contento con esa soldada”).

El Diccionario Panhispánico de Dudas, de la Real Academia, señala que no existe el femenino “soldada” con ese sentido, y que ha de decirse “la soldado” (igual que sucede con toda la escala militar: la cabo, la coronel, la brigadier…).

Y otro tanto ocurre con “asistente”, que “es común en cuanto al género”: “el asistente”, “la asistente”. De ese modo, diferenciamos entre “la asistente” (auxiliar del árbitro o de la árbitra) y “la asistenta” (mujer que trabaja en casa). Es verdad que se dice “la dependienta” o “la presidenta”, pero también “la cantante”, “la dirigente” o “la vidente”, así que “la asistente” cuenta con suficientes analogías.

En los demás casos, la Academia sí concede el femenino: En la entrada “música” indica que no debe emplearse el masculino “la músico”, sino “la música”. Y en esa línea sitúa precisamente a “técnica”, donde indica: “No debe emplearse el masculino para referirse a una mujer: la técnico”. Así que la entrenadora del Betis femenino es “la técnica”.

Y por analogía, lo mismo habrá de suceder en un caso como “la mecánica”.

Eso sí, el periodista deberá procurar que el mensaje no resulte confuso. El contexto resolverá casi siempre la ambigüedad; pero otras veces hará falta talento para emitir un mensaje sin ambigüedades chuscas. No vaya a escribir alguien que “el partido se perdió por culpa de la técnica” o que “la técnica del coche perjudicó a la mecánica”.