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Nunca ganaremos a Francia

Fue una derrota espantosa. No ya por sus consecuencias, pues supuso dilapidar todas las probabilidades de medalla, por escasas que fueran, sino también por la forma en que se produjo. Nuestras Guerreras nunca pueden con Francia. Han perdido, o empatado, de todas las maneras posibles: encajando un gol en el último segundo, de jugada, de penalti, desperdiciando una ventaja de siete goles, pero como ayer, nunca. Resultó patético. Una catarata de errores en los últimos seis minutos propiciaron la derrota. Una más, convertida esta vez en regalo para Francia. Aun haciéndolo desesperadamente mal en ese final de partido, tuvimos la oportunidad de ganar. Nueve segundos por delante y el balón para nosotros. Hasta que se lo dimos a Francia para que marcase a puerta vacía.

Nada que ver con una primera parte primorosa. Incluso con momentos de la segunda, cuando las Guerreras superaron momentos muy difíciles. Al final se abrieron en canal. ¿Cansancio? ¿Falta de experiencia? ¿Errores tácticos? ¿Que estaba Francia delante? Un poco de todo. Pero ayer era el partido. El partido para que las Guerreras se vinieran definitivamente arriba, después de superar mil y un obstáculos. Estuvieron a punto de conseguirlo. Ésa es la única esperanza que nos queda para futuras competiciones, si es que se recuperan de ésta. No va a ser fácil. Son muchos palos ya. Varios seguidos. Contra Francia, siempre. O se cambia el chip o se cambia el nombre de Guerreras. Este Europeo lo empezamos mal y lo acabamos de manera dramática. Viene cambio de ciclo.