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El mayor escándalo de la historia

Rusia ganó 82 medallas en los Juegos de Londres, sólo por detrás de Estados Unidos (104) y China (88). De esas 82 le quedarán 73, una vez termine el proceso en el que se encuentran nueve medallistas, cuyos controles dieron positivo en los reanálisis realizados por el COI. La segunda parte del informe McLaren adelanta que todas las muestras de los deportistas rusos en esos Juegos se volverán a analizar. Hay una razón poderosa para hacerlo. El informe habla de más de mil rusos de treinta deportes beneficiados de una trama de dopaje institucionalizado, de manipulaciones en los análisis de los Juegos de Londres, de más de 500 positivos que se hicieron pasar por negativos. Y concluye: “Los hechos descritos no varían, se basan en datos fisiológicos, no en testimonios.”

En Londres hubo medallistas rusos, además de en atletismo y halterofilia, en natación, gimnasia, ciclismo, piragüismo, esgrima, tenis, bádminton, tiro, boxeo, judo, lucha, baloncesto y voleibol. A la vista de lo que adelanta el informe, cabe pensar que las probabilidades de que esté limpia alguna de estas medallas rusas son mínimas, por lo cual podemos estar ante el mayor escándalo de la historia. El golpe a la credibilidad del deporte es monumental. Hay constancia de un dopaje de estado desde 2011, dice el informe, ¿y antes? Es de suponer que también. ¿Y sólo Rusia? Los positivos que han ido apareciendo con el tiempo afectan a 18 países, y particularmente también a Bielorrusia, Kazajistán, Ucrania y Azerbaiyán. Estos cuatro países ganaron 55 medallas en Río.