El Barça juega por fascículos

El Barcelona ha pasado de la novela al microrrelato . Llegó Cruyff un día y lo cambió todo (hasta el victimismo) e instauró una manera de jugar que luego Guardiola sublimó hasta el punto de que las exhibiciones se contabilizaban por partidos. Ahora, con Luis Enrique, se ha pasado de celebrar partidos a celebrar minutos. A día de hoy, el calendario se humilla ante el minutero. Lleva el asturiano tiempo recordando minutos, porciones y trozos de partido como si vendiera una enciclopedia por fascículos o queso en un supermercado. “Hemos jugado la mejor primera parte del año ante el City”, “ante el Madrid se jugaron 15 minutos brutales”, “la segunda parte en Sevilla fue inmensa”, “ante el Málaga, notable alto”. ¡Pare el carro! Antes, el Barça contaba las exhibiciones por partidos y ahora, por minutos. Perdone, pero algo falla.

Se ha pasado de ser una ópera de Mozart para convertirse en Wagner; una gran apertura, percusión, viento y luego seis horas mareando la perdiz. Catorce jornadas después, aún se esperan noventa minutos buenos. Seguidos, a poder ser...