Fidel ofreció una isla por cambiar el béisbol 'yankee' por el fútbol en Cuba
Jugador de los Jesuitas. Fidel Castro jugó al fútbol de adolescente. Le enseñó en 1942 un cura catalán, Pedro Pablo Ferré, en el Colegio Belén de la Compañía de Jesús. En 1945, Fidel fue elegido ‘mejor atleta del centro católico’. Era un colegio privado en La Habana que tras la Revolución perdió esa condición. El Comandante recordó en una entrevista que “era delantero y corría bastante. El fútbol me ayudó a forjar la voluntad y a probar mi resistencia física. Me produjo satisfacción y aumentó mi espíritu de lucha”.
Buen pitcher. Castro siguió dándole al balón en Sierra Maestra. “Por las noches, tras las escaramuzas, jugaba con los compañeros en un claro del bosque”. Antes, en su época universitaria en La Habana, Fidel también practicó el baloncesto y el béisbol, el deporte rey en la isla. “Quería ser pitcher y tenía buen brazo, pero le faltaba control”, dijo Monte Irvin, uno de los beisbolistas más célebres de los muchos que ha dado Cuba.
Sin profesionales. Tras su ascenso al poder, el Comandante Fidel mandó parar. Prohibió el profesionalismo en el deporte y cerró la fuente inagotable de beisboleros a las superligas norteamericanas. Forjó campeones olímpicos (entre los Juegos de Roma de 1960 y Río 2016 Cuba acumula 207 medallas, entre otras el oro en béisbol en Barcelona 92 conquistado en la final frente a China) aunque les impidió participar en los Juegos de Los Ángeles (1984) y Seúl (1988) por motivos políticos.
Un islote en Cuba. Pero a principios de los 90 Fidel renunció del béisbol al considerarlo un deporte imperialista y yanquee. Lo cuenta en sus memorias el francés Guy Roux, mítico entrenador del Auxerre. “Era el año 1993 y estaba de vacaciones en Cuba. A las cinco de la mañana llamaron a mi habitación. Eran dos militares. Me dijeron que Fidel quería verme. Me llevaron ante él, en la residencia de jefes de Estado. También estaba Raúl Castro. Fidel me dijo que si en dos años conseguía que los jóvenes cambiasen el bate por el balón me regalaría una isla. Estuve tentado, pero no acepté”.
Pedir asilo. Sólo en lo que al fútbol se refiere, desde 2000 han pedido asilo político 24 jugadores cubanos, la mayoría en la Copa de Oro. La vez más numerosa, en el año 2008, con ocho futbolistas. La más sonada la de Reinier Alcántara, que se escapó del hotel tras disfrazarse de conserje y huir en un taxi que no le cobró la carrera y además le invitó a cenar en un McDonald’s.