La culpa no será más de Poyet
Betis roto, Betis casi inexistente, reflejo del rotundo desquiciamiento que un entrenador amortizado mostró desde la alineación inicial (sin Rubén otra vez) hasta los volantazos hacia ninguna parte como el triple cambio que hizo antes del minuto 60. Gustavo Poyet está condenado y es una condena. Hace ya jornadas que incluso los más pelotas y arrimados del Entorno saben que el uruguayo sería destituido antes o después. En esa tesitura: ¿de qué le ha servido al club mantenerle en su puesto? Sólo se me ocurren dos posibles razones, y quizá la respuesta sea una mezcla de las dos: 1. Los dirigentes no tienen capacidad ni conocimiento para reaccionar; y/o 2. No ha habido dinero para pagarle el finiquito.
Señores Ángel Haro y José Miguel López Catalán, señor director deportivo Miguel Torrecilla: la culpa de que el Betis no juegue a nada y que vuelva a arrastrarse por los partidos como hizo en El Madrigal ya no será más de Poyet. La culpa residirá más arriba y se redrucederá cada minuto que los béticos tienen que aguantar espectáculos tan lamentables, que a esta hora parecen imposibles de empeorar pero que acaban empeorando, cuidado que dentro de 12 días viene Las Palmas. Si por casualidad entonces sigue Poyet y se ve otro numerito, lo normal será que la afición del Betis le cambie el sujeto a la frase Vete ya y mire a los grandes responsables de este nuevo proyecto de fracaso: los del palco.