Una semilla que no para de crecer
Hace 12 años podría considerarse según las cifras actuales que fuimos pocas, pero tal vez más de las esperadas, las que sembramos en Madrid la semilla de la entonces incipiente Carrera de La Mujer. Muchas ediciones después y numerosas ciudades visitadas, esta prueba se ha convertido en algo más que un evento, representa un emblema de la lucha, esfuerzo, unión y superación femenina. Con el paso del tiempo se ha consolidado como un acontecimiento del fomento de la actividad física entre las mujeres.
Es una fiesta del deporte que tiene la capacidad de aunar tanto a atletas de nivel como a mujeres con muy diferentes aptitudes y hábitos cuyo único objetivo es completar el recorrido y bajo la causa de luchar contra el cáncer de mama llevar una vida saludable. En mi caso, además, la oportunidad de disputar una clasificación peculiar como es la de hermanas junto a la mía, le dota de un matiz sentimental único. Para muchas mujeres, como se vio en el Foro Eventos Deportivos de AS, se ha convertido en el objetivo que mueve sus zancadas, la fecha clave que compartir con amigas, familia, compañeras de trabajo o colegio, cuyos centros han hecho de esta carrera una pieza clave para, nunca mejor dicho, formar a sus alumnas en una Educación Física para el futuro.
Tamara Sanfabio corrió la primera Carrera de la Mujer y ganó el Circuito en 2008.