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Repeticiones muy visibles

El genio del idioma no admite por lo general que usemos palabras inútiles. Por eso bromeamos con quien ha dicho “subo arriba” o “bajo abajo”.

Con esas reiteraciones de significado (llamadas “pleonasmos”) el primer proceso de comprensión invita a entender algo distinto de lo que se cuenta. Si “bajo abajo” estuviera bien dicho, se deduciría que se puede bajar arriba. Y como no se puede, es incorrecto añadir una palabra inútil.

Si dijéramos “el partido de fútbol se jugó ayer con un balón”, estaríamos ante una presencia también absurda de las palabras “con un balón”, pues todos sabemos que los partidos de fútbol se juegan con un balón, requisito indispensable para que se trate de un verdadero partido de fútbol. Al añadir “con un balón”, el receptor del mensaje puede pensar que algunos días no se jugó con un balón, pero ayer sí. Lo cual deriva en un ruido en la comunicación.

No obstante, a los pleonasmos les pasa como al colesterol. Los hay buenos y malos. Son buenos si añaden algo; son malos si se puede desechar alguna de las palabras empleadas. Si digo “lo vi con mis propios ojos” o “saltó por los aires”, incurro en pleonasmo (bastaría con decir “lo vi” o “saltó”), pero con esa acumulación de palabras se logra cierta expresividad que justifica la reiteración. Esto sucede casi siempre con frases hechas.

Ahora bien, cuando el narrador del partido cuenta que un jugador “peina hacia atrás el balón”, no añade nada especial. Incurre en pleonasmo porque sólo se puede peinar el balón cuando viene de frente y el futbolista lo prolonga hacia su espalda.

Algo parecido sucede con lo que oí el 10 de octubre en la radio sobre el ‘caso Piqué’: “La federación ha emitido un comunicado oficial”. El comunicado oficial es aquel que está “reconocido por quien puede hacerlo de manera autorizada”; y si la propia Federación lo emite, ya se sobrentiende que no será un texto escrito por el conserje, y que por tanto es oficial.

Pero el pleonasmo que más me ha divertido siempre es uno que se oye muy a menudo en las narraciones de radio y televisión cuando un futbolista se retira lesionado pero por su propio pie. El dolor le impide pisar bien sobre el suelo, y todo el estadio se da cuenta de que algo le duele. Y entonces dice el narrador: “El jugador se retira cojeando visiblemente”.

Claro, ¿y cómo podría cojear sin que se le notase?