Castroviejo persevera y triunfa

Jonathan Castroviejo ha obtenido el premio a la perseverancia. Por fin su anhelada medalla. El año pasado se quedó a tres segundos del bronce (Jerome Coppel) en la contrarreloj del Mundial de Richmond y hace dos meses fueron cuatro segundos los que le separaron de ese mismo metal (Chris Froome) en los Juegos Olímpicos de Río.

El vizcaíno de 29 años no se ha rendido. Después de la Vuelta a España exprimió su forma, pese al cansancio, y se proclamó campeón de Europa en Plumelec. Era el aviso de que un podio grande estaba por llegar. Y por fin está aquí. Castroviejo conquistó este miércoles la medalla de bronce con seis segundos sobre Macej Bodnar: la fortuna se ha girado. Lo hizo además en unas condiciones adversas: no tanto por el calor, que afecta a todos, como por un recorrido plano que el propio Castroviejo definió como "anti-yo".

En su sexta participación mundialista, Castro ha recogido los frutos de las semillas que venía sembrando desde hace tiempo. Como la hormiguita. El vasco es un gran ciclista, un buen compañero y un excelente gregario. Nunca ha escatimado un ápice de esfuerzo cuando ha trabajado para otros. Y, paralelamente, ha sabido encontrar su sitio para el lucimiento personal.

Esta temporada había empezado torcida para él. Al término de la última etapa de la Vuelta al Algarve, en Malhao, Castroviejo sufrió una caída cuando se dirigía al autobús de su equipo: fractura de una vértebra y del cúbito. La mala suerte zarandeaba al Movistar, todavía con escalofríos por el tremendo accidente de Adriano Malori en el Tour de San Luis. Castroviejo no se recuperó a tiempo para ser incluido en la alineación del Tour de Francia, pero sí para brillar en la última parte de la campaña. Visto con perspectiva, la desgracia quizá haya acabado favoreciéndole. Ha terminado fresco y esplendoroso. Y aupado al mismo podio que dos campeones del mundo: Tony Martin y Vasil Kyrienka. Ahora le faltan dos peldaños para el arcoíris. Persevera y triunfarás.

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