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Y al final conseguí el póster de As Color

Mi adolescencia está asociada a la revista As Color como la de mis hermanos mayores estuvo marcada por los póster centrales de Interviú o Lib. Aquellas chicas en posiciones inverosímiles y con las tetas al aire causaron furor en el segundo lustro de los setenta. Gutiérrez Mellado confesó en sus memorias que en los años duros de la transición, peor que las broncas de los generales franquistas del Bunker eran las charlas que les soltaban sus mujeres por tanta pornografía que ‘arruinaba lo mejor de la juventud patria’.

Yo aún tardaría unos años ‘en arruinarme’ la vida (hasta temí quedarme ciego) pero de momento el fútbol era mi único vicio. Ya había descubierto por mi abuela que el Pontevedra había jugado en Primera, que fuimos líderes tras ganar al Atlético, que ocupamos la portada del Pravda (o eso decían), que le metimos 3-0 al Madrid en Pasarón y ganamos 0-1 en el Camp Nou. Pero todo eso ya era entonces como un rumor antiguo, como una lección de historia sobre los Austrias Mayores.

En esa época pasé muchos fines de semana de invierno en la casa de mi tía abuela Saluda en Caroi, una aldea del interior de la provincia de Pontevedra, al pie de una montaña batida por los vientos y por un frío gélido. Del establo llegaban los sonidos de los cencerros y el mugido de las vacas, recogidas en días de temporal. Entonces subía al desván, y con las notas de la lluvia golpeando las tejas, comenzaba a repasar por temporadas todos los ejemplares atrasados del As Color que mis primos habían ido acumulado durante años.

Cada martes salía en su interior el póster de un equipo de Primera o de Segunda. Para entonces ya estábamos en Segunda B y pronto descenderíamos a Tercera. Nunca llegué a encontrar aquel desplegable del Pontevedra, pero sí uno de Bárbara Rey en pelotas posando en Interviú. Le pregunté a mi madre si podía colocarlo en la cabecera de mi cama. Me dijo que mejor siguiese expurgando el As Color.

Hace un par de días, y por una de esas casualidades que ocurren justo cuando tienen que ocurrir, en una cafetería de la ciudad encontré enmarcado aquel póster de As de la temporada 71-72 que con tanto ahínco había buscado sin éxito. No fue muy difícil convencer a Javier, su dueño, de que me lo cediese para la exposición del 75 aniversario del club granate, y le reservé un lugar especial. Aunque ahora que lo pienso, como comisario de tal evento debo tener algún privilegio, y lo mismo me da por colgar también a su lado el póster enmarcado de Bárbara Rey.