Bola, Cuitu, Ancares, Machucos...
La Vuelta se ha sacado otro puertaco de la manga. Los Machucos, llámese también el Muro de Cantabria, el Angliru Cántabro o cualquier otro calificativo que permita imaginar un puerto de los de aúpa. Miguel Ángel Revilla, que es también un presidente de aúpa y excelente vendedor de las bondades cántabras, dice que en su tierruca hay puertos tan duros como ninguno para poder decidir la Vuelta. Es muy posible que en la próxima edición podamos verlo y catalogarlo. Se trata, desde luego, de un puerto con personalidad. Con muros tremendos, tipo Ézaro o La Camperona, y luego descansos. No es un Angliru, pero tampoco un final en cuesta. En absoluto. Puede marcar tantas diferencias, que quedaría para los últimos días.
Los Machucos sería el enésimo descubrimiento de la Vuelta desde que la dirige Javier Guillén. La Bola del Mundo, Cuitu Negru, Ancares, La Farrapona, Ermita del Alba, Sotres, La Gallina, Ézaro, La Camperona, Valdepeñas de Jaén, Cumbre del Sol, Mas de la Costa, próximamente Los Machucos... Son tantas las aportaciones de Guillén a la Vuelta que va a dejar un riquísimo legado, además de unas cuantas cuestas asfaltadas y carreteras arregladas. Los ciclistas se quejarán y los puristas protestarán, pero la Vuelta es otra con Guillén y su equipo. Además ha convertido la carrera en un gran embajador de la marca España, poniendo en el mapa lugares recónditos. Revilla no ha querido ser menos y aporta Los Machucos. Sean bienvenidos.