Bravo no perdona un tuit

Rodrigo Gómez. “Es el capitán, no sé si el líder. Es irremplazable en el arco, en el camarín no lo tengo tan claro”. Unos comentarios críticos en Twitter hacia Claudio Bravo desmontaron el fichaje de Rodrigo Gómez, exjugador de Universidad Católica, por la selección. Fue anunciado como nuevo gerente deportivo, algo así como el Fernando Hierro de Chile, pero a las pocas horas Pizzi mandó para abajo el nombramiento. La presión de los futbolistas, teóricamente los subordinados tanto del nuevo cargo como del seleccionador, se impuso. Bravo no perdona un reproche. Y lo peor es que la Federación chilena demostró una vez más su debilidad, que no gobierna, que se somete a la voluntad de sus futbolistas principales. Incluso para ajustar cuentas.

Pablo Guede. El que fuera coreado goleador del Málaga en sus años mágicos de los ascensos, finales de siglo pasado, es hoy el técnico encargado de resucitar a Colo Colo, un histórico renqueante. No le fue bien de saque. Firmó el peor arranque de la historia del club, no ganaba en casa y el título se alejaba. Jugaba bonito, porque las formas son lo primero, también lo atractivo de su discurso, pero lo perdía todo. Un desastre. Así que de la lírica pasó a la brujería. Se cambió el chándal por un traje, movió al equipo al banquillo visitante, sembró el césped del Monumental de ruda (una planta con poderes esotéricos, cuentan) y roció de vinagre el vestuario. Un mensaje casi suicida, algo así como pregonar que Colo Colo ya no necesitaba fútbol y por tanto sus servicios, sino magia. Tonterías, dirán ustedes. Desde entonces Colo Colo se ha puesto a ganar en casa. Se clasificó para la siguiente ronda de Copa y arrolló a la U de Chile en el Superclásico liguero. Y jugando bien.

Jeisson Vargas. Recién cumplidos los 19 años, es la joya del futuro fútbol chileno, casi el único elemento que asoma tras una generación ganadora y posiblemente irrepetible que ya junta dos Copas América. Se llama Jeisson Vargas, procede de la cantera de Universidad Católica, lo fichó este verano el Genoa italiano y se lo dejó a préstamo por un rato al Estudiantes de la Plata, donde juega ahora. Estaba por Santiago, convocado por la Sub-20. Pero el lunes no durmió en la concentración, ni en su casa, sino en la cárcel. El chico fue detenido por amenazas de muerte, tras perseguir durante media hora por las calles capitalinas a otro conductor con el que tuvo una discusión en una rotonda. Jeisson, que iba acompañado por tres amigos, realizó un adelantamiento temerario a la víctima, quien en el semáforo siguiente algo le dijo. Y estalló la mundial, con el centrocampista persiguiendo al paisano, insultándole, amenazándole con un arma de fuego y lanzándole objetos. Hasta que llegaron los carabineros. Sí, definitivamente, los futbolistas de Chile son diferentes.