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El Bale de Gales y el del Madrid

Queda claro que hay dos Bale. El del Madrid y el de Gales. Al Bernabéu va a trabajar, a Cardiff a divertirse. Con la selección se libera, disfruta, lidera, se emociona. Con el equipo de Zidane empieza a vislumbrarse un Bale atenazado, obligado a docenas de carreras hacia atrás, desdibujado. No es casualidad que Coleman diga que puede ser todavía mejor. Claro, ya nadie lo duda, ¿no? Pero para llevarle al nivel que puede alcanzar, hay que crear las condiciones para ello, reducir su área de influencia, protegerle, incluso hacer que otros jueguen para él.

Claramente Zidane no cree que ese sea el camino, porque, si no, le pediría que creciera sobre el campo en lugar de verle correr la banda como hizo ante el Eibar: jugando de extremo no llegará a ser el mejor, que es lo que persigue. La delantera ha dejado de intercambiarse posiciones como el año pasado, no se sabe bien si por indicaciones del técnico, por dejadez de los jugadores o porque es la única manera de que encajen todos. Así que, aunque renovar sigue siendo su prioridad, a nadie le debería extrañar que sus agentes se dejen ver con entrenadores rivales.