Astorqui-Salvá, hermanos de sangre desde 1985
La hemeroteca me transportó a una etapa gallega de 1985 entre Santiago y Lugo. Casi un año después de la muerte de Agostinho, un perro tiró a una decena de ciclistas en pleno descenso en A Coruña. Uno de ellos, el mallorquín Jaime Salvá, se estaba ahogando en su propia sangre. El médico Fernando Astorqui le liberó la tráquea y le aspiró la sangre que le impedía respirar. Las imágenes de televisión conmocionaron al mundo.
Me dije: “¿Por qué no llamar al propio doctor”. Y esta fue la mayúscula y agradable sorpresa que encontré ayer: “Me pillas en los toros, en la Feria de Bilbao, y tengo a mi lado a Jaime”. Desde aquel 27 de abril en que Astorqui le salvó la vida, ambos son amigos. Tras la corrida, con el manos libres del coche conectado, recordaron así el suceso.
Astorqui: “Un pastor alemán saltó desde un balcón y provocó una terrible caída. Jaime estaba boca abajo, con la cara destrozada. Entonces un compañero, con buena intención, le dio la vuelta. Era lo peor que pudo hacer. Estaba morado, en apnea. Entonces cogí el tubo de Guedel, se lo metí en la tráquea y le aspiré la sangre. Me tragué la mitad, pero conseguimos reanimarle”.
Salvá: “Yo no recuerdo nada. Perdí la memoria de varios días anteriores y posteriores. Seguí dos años más en activo, pero cogí miedo a las bajadas. Ahora nos une una buena amistad. Ya ni hablamos de aquello”.