El miedo del portero al banquillo
Hay dos graves problemas del portero de fútbol, ninguno de los cuales es culpa suya necesariamente. Uno de esos problemas es, naturalmente, el penalti, que te puede caer porque el árbitro se equivoca o porque un compañero te deja con el miedo al aire. Decía Franz Kafka. “Despertarse es el momento más arriesgado del día”. Despertarse y afrontar un penalti.
El otro riesgo es el banquillo. Por razones de peso. El portero sólo sustituye al portero, por ley natural del fútbol. Cualquier futbolista es susceptible de dejar el banquillo para incorporarse a demarcaciones que no son suyas. Pero el portero suplente está anclado ahí, y puede estar por toda la vida, como los suplentes que tuvo Ramallets o, aún más atrás, Ricardo Zamora.
Durante muchos años Iker Casillas tuvo dos seguridades: la que le daba su madre, que le elegía las comidas, y la titularidad en el Real Madrid, a la que llegó como si hubiera hecho unas oposiciones que le daban el cargo a perpetuidad. Y es cierto que hizo unas oposiciones, pues no hubo partido en que no mereciera los elogios que al final de esa égida le regatearon hasta los más excesivos halagadores.
Hasta que llegó la caída. En el Madrid se cayó mal de las alineaciones y en la Selección, de la que fue capitán y portero imprescindible, terminó también con un desgraciado malentendido con su amigo Del Bosque. Por fortuna, la caballerosidad de ambos dejó las cosas como habían estado siempre, con la amistad por encima de todo.
Pero en esos últimos episodios tristes de su vida futbolística lo que le ha pasado a Casillas es el miedo al banquillo. A nadie le gusta el banquillo, pero sobre todo no le gusta a los porteros. Naturalmente. Los que ahora especulan con las razones por las que Lopetegui, el nuevo seleccionador, se ha juntado con él a comer en Oporto ignoran, como este mismo cronista, qué hablaron de veras. Esa suposición de que Julen le fue a ofrecer el puesto que Toni Grande tuvo con Del Bosque tira barro a la pared. Esta suposición tiene el mismo valor que las restantes especulaciones: lo que Lopetegui fue a hacer en Oporto es más complejo o sencillo, según se mire: fue a quitarle el miedo al banquillo. Pero eso no se quita con una comida. Ni con nada. De modo que ya nos dirá la cara de Casillas de qué estuvo hablando con Julen en Oporto.