El reto de Eusebio es perpetuarse
Eusebio se sienta en un banquillo eléctrico. Trece entrenadores en once temporadas, algunos interinos, lo que supone un tsunami en un club como la Real que presume de tramos gloriosos en su larga historia, cuando la bandera de la estabilidad ondeaba en Atocha y Anoeta. Se fue Moyes y se llevó consigo todo ese prestigio que nadie acertó a ver reflejado en su trabajo y ha llegado Eusebio. Nada que ver. Jugador básico en aquel Dream Team, y tipo humilde, era el pegamento perfecto, uno de los ojitos de derechos de Cruyff. ‘El Flaco’ caló tanto en el pucelano que ahora éste se abraza a su doctrina. La pretemporada, por fin, ha ilusionado a una parroquia descontenta. En diez partidos, sólo una derrota. Casi no hay novedades, pero las piezas tienen otro aire.
Desde la portería, todo tiene otro color. Porque la mano del técnico se nota. Rulli, aún cedido hasta enero, se siente txuri-urdin y puede estar ante su gran año. La irrupción de dos jóvenes como Aritz Elustondo y un ya internacional Oyarzabal han insuflado osadía y energía al grupo. En la zaga Iñigo Martínez, que parecía estancarse, ha recuperado galones al lado de Aritz. Y Zaldua se ha acomodado al lateral con enorme frescura. Además, Illarra, que el año pasado alternó de cuatro y de ocho, en pretemporada se ha movido de organizador, aunque el técnico le insiste que mantenga más su posición y no se aloque tato al incorporarse al ataque. Markel Bergara ha permutado su posición con el exmadridista para un mejor entramado defensivo.