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Sampaoli, Emery y Juande

La poca memoria que el fútbol tiene obliga a un Sevilla bajo mínimos a comparecer en el Camp Nou sin excusas. Hay un título en juego prácticamente imposible de conseguir, pero el equipo está obligado a dar motivos para la ilusión a su parroquia. Esta exigencia, con un plantel nuevo pero confeccionado por ese seguro de vida que responde al nombre de Monchi, y con un técnico por el que también ha apostado el director deportivo, puede parecer excesiva, pero la impaciencia es inherente al fútbol. Pocos se acuerdan hoy que en dos de los últimos tres años el Sevilla ocupó el farolillo rojo en septiembre y ganó un título en mayo.

Hoy las bajas obligarán a los menos habituales a salvar el envite con honor y dar señales de que la preparación para la Liga retoma el buen camino previo a las Supercopas. La experiencia reciente invita a la paciencia. Ni Juande ni Emery empezaron con buen pie, pero contaban con el aval de Monchi. Como lo tiene Sampaoli, a pesar de que sus declaraciones, a veces, descarrilen de la vía del sentido común. Porque, de momento, no se juega como se habla.