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Bolt: 9 segundos de carrera, 13 minutos de show

Bolt salió a la pista a las 22:18, hora local, corrió durante 9:81 segundos a las 22:25 y se retiró a las 22:38. Por el público, podía haber seguido ahí; por las televisiones, también. El atletismo necesita estos shows. De hecho, ha comenzado a incorporarlos. Los atletas salieron al estadio de uno en uno, bajo unos arcos que daban acceso al gran coliseo, y fueron presentados con solemnidad. Frente a la cámara cada uno hacía lo que quería: saludar, bailar, gesticular o ponerse trascendental. Quedaba al gusto de cada uno.

Siete minutos se fueron en la preparación de los tacos, el ensayo de la salida, últimas carreritas y la fase de concentración. Después, la carrera. Un visto y no visto. Aunque con Bolt las carreras de 100 metros se ven más. Ya sucedía con Carl Lewis. Gracias a su prodigiosa aceleración a partir de los 60 metros, da tiempo a ver cómo adelanta a sus rivales y les va dejando atrás en el poco espacio que queda de carrera. Un espectáculo. Aunque el auténtico espectáculo viene después. Bolt es un showman, y el público lo agradece.

Apunta con su arco, se abraza a la mascota, besa a la familia, se hace selfies con el público, se quita las zapatillas, saluda a los espectadores... ¡Es feliz y lo muestra! Casi un cuarto de hora dando vueltas, y si no es más, es porque se le reclama para las entrevistas. La espontaneidad de Bolt convertida en espectáculo hace mucho bien al atletismo. Eso, y el dinero que la Federación Internacional paga por cada récord del mundo. En los Mundiales fueron 100.000 dólares. En Río, visto el empeño que ponen los atletas, lo mismo es más.