Río fue una parte de Jamaica
Para ver a Usain Bolt en Río antes debes llegar al Estadio Olímpico, lo que ya es una aventura. Dos, tres, cuatro controles, casas bajas... “¿¡Dónde nos están llevando!?”, se escucha en el bus. Y de la nada, ahí está, el gigante, rodeado de una multitud que recuerda a un hormiguero. Colas kilométricas, incluso para los profesionales de prensa y vips. La seguridad reforzada, con cientos de soldados del ejército, los míticos caballos y hasta un tanque de guerra. Reflejo de la preocupación por la ubicación del Estadio, la zona norte de Río. La más pobre, conflictiva y violenta de la ciudad. Pero todo eso da igual cuando el motivo vale la pena. Es ocasión de ser testigo de la historia.
A las 22:02, el sudafricano Wayde van Niekerk gana los 400 y quiebra el récord histórico de Michael Johnson. Son las 22:22, llega la hora. Entra Justin Gatlin bajo un abucheo generalizado. Es el villano en la fiesta del superhéroe Bolt. El jamaicano sonríe, baila, comanda a la grada. 22:29 y ya no hay nadie sentado. Alrededor de 40.000 personas y silencio sepulcral. 9.81 segundos después, júbilo colectivo por el triunfo del ídolo. Vuelta olímpica al sonido de Reggae Night, de Jimmy Cliff, y la sensación de que, por una noche, Río es una parte de Jamaica.