El Bolt de las próximas temporadas
Wayde van Niekerk nació pocos días antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona, siendo un bebé prematuro que no pesaba ni dos kilos, y tal vez desde ese momento empezó a concebir la vida como una lucha constante. El rugby, deporte muy importante en Sudáfrica, le transmitió valores y el atletismo le ha dado la gloria. Su récord en los 400 metros, con una marca de 43.03 y corriendo por la calle ocho, es de los más brillantes de la historia olímpica. No es justo que esté a la sombra del jamaicano Usain Bolt, ni el caribeño a la sombra de nadie. A cada uno, lo suyo. Porque, con un buen markéting, Van Niekerk puede ser el Bolt de los próximos años. Ha mejorado más de tres segundos desde 2012. Aluciné con van Niekerk: fue un valiente en el planteamiento de la carrera, un velocista en los primeros 200 metros, un extraterrestre entre los 250 y los 300 (que pasó en 31.0, alrededor de medio segundo más rápido que el récord anterior del estadounidense Michael Johnson.
Destrozó los manuales de fisiología del esfuerzo en la última recta, donde parecía inmune a la acumulación del ácido láctico. Esa recta última en la que todo el mundo pierde velocidad, irremediablemente, y en la que suele ganar aquel que menos la pierde. El que mejor aguanta esa pérdida. Y me encanta que su entrenadora y descubridora sea una apacible bisabuela de 74 años, Anna Botha, una mujer que lleva 50 de su fructífera vida preparando atletas. Todo un ejemplo y toda una curiosidad.