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Magia en el agua

La fecha quedará grabada como una página memorable en la historia de los Juegos. El 8 de agosto de 2016, en Río, la natación viró de lo extraordinario a lo impensable. Se sucedieron los récords mundiales, cada uno más impresionante que el anterior. La sueca Sarah Sjöstrom batió el registro de 100 metros mariposa (55.48 segundos), el británico Adam Peaty llevó la marca de 100 braza a límites insospechados (57.13) y la estadounidense Katie Ledecky recortó dos segundos a su récord de 400 metros libres. Su tiempo (3:56.46) resulta difícil de digerir. Pertenece a un futuro que sus actuales rivales no sospechan.

Sin embargo, la noche perteneció a Michael Phelps, decisivo en la victoria del equipo estadounidense de 4x100 libres. No batieron el récord mundial, pero la figura del gran campeón todavía resulta fascinante. Logró su 19ª medalla de oro y suma 23 totales en su palmarés olímpicos. Si Phelps fuera un país ocuparía el 41º puesto en la historia de los Juegos Olímpicos. Inflamados por la proeza de Katie Ledecky, los nadadores estadounidenses brindaron una actuación magistral. Ganaron una prueba que parecía destinada a franceses o australianos.

En términos deportivos, Katie Ledecky y Michael Phelps son extraordinariamente parecidos. Dos caníbales del agua. Apenas dejan migas a sus rivales. Nada parece detenerles. Hasta su procedencia les relaciona. Apenas 70 kilómetros separan el barrio de Ledecky, en Bethesda, en Washington DC, y el de Phelps, en Towson, Baltimore. Excepto su voraz apetitivo competitivo y la proximidad geográfica de sus procedencias, apenas tienen algo en común.

A diferencia de Phelps, construido para nadar con su largo torso, sus cortas piernas en relación con su estatura (1,92 metros), manos y pies de tamaño considerable y una envergadura perfecta, Ledecky es la apoteosis de la normalidad. Es alta (1,77), pero no impresiona por su estatura. Sus manos y sus pies son bastante pequeños. Ninguna cualidad física aparente explica su impresionante rendimiento.

El origen social de ambos es casi opuesto. Ledecky vive en el privilegiado barrio de Bethesda, donde reside su familia. Su padre, integrante de una familia que forma parte del accionariado de los Islanders de Nueva York (NHL) y anteriormente de los Wizards de Washington, es un acreditado abogado. Su abuelo materno, médico de profesión, fanático de la natación, fue un héroe de guerra en el frente del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. El abuelo paterno abandonó Checoslovaquia en 1948, tuvo éxito en los negocios y no regresó a su país hasta la caída del comunismo. La abuela materna, checa de origen judío, perdió a gran parte de su familia en el Holocausto.

Carácteres. En medio de una saga familiar que daría para una novela, Katie Ledecky es la antidiva. Su única extravagancia no ha sido otra que aplazar su ingreso en la prestigiosa Universidad de Stanford. Quería enfocar sin distracciones el año de los Juegos. De Phelps, hijo de un patrullero y de una maestra, se conocen sus gestas y sus dramas personales: la bebida, las drogas, las dos detenciones, su ingreso en un centro de rehabilitación, el rechazo que ha generado en algunos de sus compañeros, la ingrata relación con su padre, la reciente paternidad y su regreso a la natación después de su despedida en 2012. Dos planetas, Ledecky y Phelps, con muy poco en común, excepto su magia en el agua.