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El hartazgo de Alonso acerca su retirada

Recién cumplidos los 35 (Alemania no le ha traído un buen regalo), Alonso está ya de vuelta de muchas cosas en la Fórmula 1. No de competir, que sigue siendo la razón de su existencia, pero sí de gran parte de lo que rodea a este deporte que cada día lo es un poco menos. Le molesta que sus conversaciones de radio se hagan públicas sin criterio, que la FIA cambie las normas un hoy sí y mañana también, que su equipo no esté a su nivel de excelencia y exigencia, las preguntas inoportunas de los periodistas, no poder decir lo que piensa siempre que lo piensa... En fin, tantos y tantos detalles que quizá antes le pasaban más desapercibidos y que hoy, ya atisbando el final de su carrera en el horizonte (ojalá que lejano) le irritan sobremanera.

Es un proceso natural, habitual en cualquier profesional cualificado. Aunque le sigue apasionando su trabajo, no entiende que se encuentre condicionado por factores externos y en su mayor parte perniciosos. Con la edad solemos convertirnos en menos tolerantes al mismo tiempo que más irritables. Alonso quiere correr y ganar, todo le demás es casi un estorbo porque lleva experimentándolo demasiados años. Una sensación que se potencia cuando los resultados no acompañan y el entorno es poco propicio, con una F-1 que mira más al negocio que a su esencia, que da bandazos sin que nadie sea capaz de saber con qué objetivo. Seguramente para un joven como Verstappen todo esto sea un asunto menor, está encantado con lo que le sucede cada fin de semana y lo demás se antoja intrascendente para él. Es quizá el polo opuesto del español, que sin la recompensa de la victoria no encuentra mucho sentido a seguir en un mundo que le es cada vez más ajeno. Así que esperemos que pronto cambie lo primero y lo segundo, de otro modo creo que sus días en los grandes premios podrían estar contados.